Luis Ángel Bolaños Martínez - Pasto

El abogado y escritor Luis Ángel Bolaños Martínez, nace en San Juan de Pasto, el día 5 de noviembre de 1963. Terminó sus estudios profesionales en la facultad de Derecho de la Universidad de Nariño en el año de 1991. Su principal obra, la novela SECRETO EN LA ESPIRAL DE LOS TIEMPOS, cuya trama se sustenta en una de las figuras sagradas de los indios Pastos y Quillacingas.


«(...) El 12 de diciembre de 2013, hace un año, se hizo el lanzamiento de SECRETO EN LA ESPIRAL DE LOS TIEMPOS, una novela acerca de la antigua sabiduría andina. A partir de esa fecha, no han cesado los elogios por mi trabajo literario, al que considero modesto. Mil bendiciones a mis lectores y amigos, quienes se han manifestado satisfechos con las historias e historías que la novela contiene. Eso me genera enorme satisfacción. (...)»

Luis Ángel Bolaños Martinez.


Dedicatoria de la novela Secreto en la Espiral de los Tiempos.




Pablo Emilio Obando Acosta, Licenciado en Ciencias Sociales – con énfasis en Ciencias de la Educación,  Especialista en Literatura latinoamericana, manifiesta:

«Secreto en la espiral de los tiempos. He tenido la grata oportunidad de leer la novela del abogado y escritor Nariñense Luis Ángel Bolaños Martínez “Secreto en la espiral de los tiempos”, sin lugar a dudas una de las mejores experiencias literarias que me he podido dar a lo largo de mi vida y que me permite, de alguna manera, expresar mi profunda admiración por el manejo retórico, histórico y sociológico de  esta obra que, sin lugar a dudas, está llamada a constituirse en la sucesora de una serie de obras que han aparecido en Nariño a lo largo de su días y que dada su altísima calidad trascendieron los momentos históricos en fue fueron creadas y elaboradas.


Sin duda alguna estamos ante una novela de gran calidad literaria, digna de ser conocida en el concierto internacional por cuanto y a pesar de tratar un tema netamente regional y andino permite conocer y apreciar en su verdadera dimensión el pensamiento de un pueblo que a lo largo de su historia se ha constituido en un referente obligatorio de investigadores e historiadores nacionales e internacionales.  Desde Cameramàn de Plinio Enríquez, publicada en Valparaíso Chile en 1932, en Nariño no habíamos tenido la irrupción de una obra de las dimensiones como la que nos ocupamos en este relato periodístico. Chambù, de Guillermo Edmundo Chaves, llamó la atención de propios y extraños llegándose incluso a rodarse una película colombo-francesa que debe reposar en algún anaquel de Europa y que nosotros como herederos debemos intentar recuperar y dar a conocer. Algún eco nacional tuvo “Gritaba la noche” de Juan Álvarez Garzón, creo más por la denuncia pública realizada sobre la actuación de un personaje principal de nuestra región que por el hecho literario en sí y por la hoguera que con ella se hizo en los patios de la gobernación de Nariño.

 

A pesar de ser una región de escritores, poetas, narradores, folcloristas y literatos, nos hemos caracterizado por la ausencia de grandes novelistas. Conocemos, con el debido respeto, obras de autores nariñenses que se ahogan entre la grandeza y la nimiedad creativa, motivado tal vez por ese escaso apoyo que existe para la publicación de obras de gran envergadura, que como las grandes construcciones urbanísticas que agotan sus recursos en la sobriedad de una hermosa y portentosa portada, pero que finalizan ahogadas entre la hojarasca y la consumación de la desesperanza por la sencilla razón que en medio de su creación se interpone la realidad de su edición que termina asustando a su gestor.  Y entonces aquello que iba a ser grande termina de una mala manera, anticipando finales y borrando páginas y más paginas para así permitirse el lujo de una auto edición y la posterior donación del libro a amigos que nunca lo leen o a instituciones que nunca tienen la gentileza de pedirte unos cuantos ejemplares. Y ahí muere aquello que tuvo un comienzo feliz. Sin trascendencia, perdida entre bibliotecas anónimas o simplemente arrumadas en algún rincón de la casa de su autor.

 

No es tal el asunto que nos ocupa, pues “Secreto en la espiral de los tiempos” es bien concebida, bien iniciada y mejor terminada. Utiliza su autor la  técnica de los grandes escritores constituyéndose en una especie de Homero Andino o un Cervantes mestizo que cruza relatos y rescata textos orales y perdidos durante mucho tiempo de la memoria colectiva. No puede uno, el lector, dejar el texto sin conocer sus pormenores o descubrir ese secreto que continuamente flota entre sus páginas.  Aunado a lo anterior podemos decir que su autor sigue los procedimientos de quienes conocen el rigor histórico, sin desconocer con ello que, igualmente, hace uso de recursos fácilmente identificables que nos permiten discernir la creatividad propia de los novelistas fundamentada en aspectos creativos e imaginarios.  Pero es una obra tan bien lograda que nos abstrae hacia sus diferentes mundos sin diferenciarlos y, por el contrario, se constituyen en un complemento necesario e imprescindible.

 

Agustín Agualongo Cisneros adquiere la fabulosa imagen de un hombre escogido por las fuerzas ocultas de la Pacha Mama para salvaguardar el destino colectivo de una nación arraigada entre las arrugas de los Andes; dimensión que a medida que avanza la novela se convierte en admiración y aprecio y que lleva a una comprensión de sus actuaciones en su momento histórico y que de alguna manera nos oprime con un cordón umbilical hecho de sueños, visiones, angustias, deseos, añoranzas y miradas.  Y que a diferencia de lo que podría pensarse tras su derrota y fusilamiento acecido en Popayán en 1824, su figura crece al declinar la noche oscura de la historia en la que sus enemigos lo expiaron. Una figura que emerge de los tiempos para encontrarse consigo mismo, para explicar su lucha y dimensionar su causa que siempre fue la defensa de la vida, la dignidad de un pueblo y la oposición férrea a una nueva clase emergente que procuraba su simple bienestar al de los indios y mestizos de América entera.

 

“Secreto en la espiral de los tiempos” es una novela de clase en toda la acepción de la palabra, surgida de un hombre sencillo, cobrizo y pintado de tierra en su rostro y cubierto de arcilla en sus manos, un hombre que a simple vista nos recuerda la presencia de Agustín Agualongo, abstraído, ausente, digno y orgulloso de sus raíces. Para esta generación de nariñenses es un orgullo haber sido testigos presenciales de la irrupción de su obra, de sus letras andinas y sureñas que se vuelven universales y reivindicatorias de otro hombre que supo enmarcar en sus actos la hidalguía de una raza y de unos hombres que miraban con desprecio las actuaciones de otros hombres venidos del Norte con la sospechosa misión de implantar la libertad a unos hombres libres y de donar la independencia a un pueblo libre y soberano.

 

Quizá, lo que nunca imaginamos, es que nuestras victorias en los campos de batalla, nuestra grandeza en nuestro actuar se constituiría en el acicate para que un país mire con desprecio a nuestra gente y que el Agualongo desaparezca de la faz de la tierra cubierto de ignominia y oprobio.  Pero uno de los aportes de Luis Ángel Bolaños Martínez radica justamente en la reivindicación de este mítico personaje que es hombre y pueblo a la vez y fuerza y obliga a una nueva lectura de los hechos históricos de nuestra mal llamada independencia.  Entramos con esta obra en un nuevo momento histórico, movidos por esa espiral que arrastra hombres, pueblos y culturas y que unas veces los hace sucumbir para luego hacerlos emerger convertidos en un nuevo ser aunque mostrando una cara distinta a pesar de conservar los mismos rasgos y principios existenciales.

 

Me atrevo, si el lector generoso me lo permite, la lectura de “Secreto en la espiral de los tiempos”, adquirirlo como un deber imperativo y apoyar de esa forma a su autor que nos tiene prometidas nuevas obras y que desde ya figura entre los grandes de la literatura universal.»

 

Por Pablo Emilio Obando Acosta



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