Guillermo Edmundo Chaves García, poeta, novelista y jurista. Nació en la ciudad de Pasto el 19 de mayo de 1903, Realizó sus estudios secundarios en el Liceo de la Universidad de Nariño, estudió derecho en la Universidad de Nariño y posteriormente se graduó como abogado en la Universidad Nacional en la ciudad de Bogotá. Ocupó diferentes cargos jurídicos, fue diputado a la Asamblea Departamental, representante al Congreso Nacional y magistrado en el contencioso administrativo. A la edad de 81 años y en la ciudad que lo vio nacer, muere Guillermo Edmundo Chaves García, un 21 de diciembre de 1984. Su tumba, que se resiste al paso inapelable de los años, se encuentra en el cementerio Jardines de las Mercedes de Pasto.


Obras

Considerado uno de los escritores nariñenses más importantes de todos los tiempos, publicó un poemario “Oro de lámparas” y una novela, “Chambú” que, por su calidad literaria, casi que inmediatamente fue comparada con “La Vorágine” de José Eustasio Rivera y “María” de Jorge Isaacs. También es de su autoría, la letra de la composición musical de Luis Enrique Nieto: “Chambú”.

Oro de lámparas

En 1940, se publica su obra poética “Oro de lámparas” por la editorial capitalina Centro, con la cual expresa un inmenso amor por el terruño y logra destacarse entre las promociones literarias de su tiempo.

De su obra poética, compartimos dos de sus poemas:

 

PASOS EN LA SOMBRA

 

Desde la calle a mi desvelo,

pasos y pasos en vaivén.

Mi pensamiento es sólo oído.

La calle pegada a mi sien....

Rumores de todas las vidas,

unas de mal, otras de bien.

Lámparas ciegas que discurren

en sendas de angustia o de fe.

 

Avanzan, vuelven o se cruzan.

Las venas se cruzan también....

Estoy con los ojos cerrados

sintiendo mis pasos correr.

 

Sangre de afán. Sangre de gozo.

Ir y volver en nuestro ser.

Pasamos eternos.... Y una noche

nos marcharemos sin volver....

 


LA TARDE EN EL RÍO

Río blanco. Río niño

Con claras guijas de sol.

Río que te están bañando

Las lavanderas… y el Día

Juega en el aire gozoso

Al columpio con su voz.

 

Sobre la orilla del alba,

ropas tendidas al sol.

Diez escorzos que se mecen,

diez ritmos y una canción.

Y el río se va azorando

con su moreno temblor…

 

Ya de pastora la tarde

hasta el río descendió.

Se quitó el sombrero de alas

y la falda se cruzó.

Y en coro con las muchachas

Se puso a buscar el cielo

Que en el agua se perdió…

 



Chambú 

En 1946 se publica la novela Chambú, una de las obras nariñenses que más ha trascendido en el mundo literario y por lo tanto ha sido reeditada en varias ocasiones.

Enumerando farallones, montañas y rampas de reciedumbre andina que fueron bautizadas con palabras quechuas, las que los nariñenses heredamos de los Incas, empieza Chambú, la gran novela de Guillermo Edmundo Chaves García.

 

La obra, que fue publicada en 1946, clasificada como novela terrígena dentro de la tradición novelística del siglo pasado, habla del hombre americano, es el canto a un pueblo, el de Nariño, y cada una de sus páginas desborda una poesía que pocas obras de la novelística colombiana alcanzan en ese y en los actuales tiempos.

 

El ibaguereño Juan Lozano y Lozano (crítico, intelectual, político, periodista y poeta colombiano), no dudó en afirmar que, por su conjunto tremendamente vigoroso y humano, Chambú se debía considerar como una de las cuatro o cinco novelas más importantes de la literatura colombiana.

 

En efecto, es Chambú -que significa roca- la voz de los olvidados, la descripción del paisaje que se lleva en el espíritu, la odisea del hombre que se enfrenta a la belleza y los peligros de la vasta cordillera, la recreación del mestizaje, el canto al amor donde la inolvidable molinera que baila al compás de requintos y guitarras con su belleza morena perturba al macho que taimado la pretende.

Chambú es la descripción de un Pasto colonial con sus calles y puestas de sol y una bucólica y casi inofensiva presencia del volcán Galeras. Es la angustia de un dolor sin nombre -del ajeno y del propio- de la desilusión temprana y el pesar eterno, angustia de la violencia y desespero ante las miserias de la condición humana.

Crónica de Edgar Bastidas Urresty, respecto de la novela Chambú:

El escritor nariñense, nacido en el municipio de Samaniego, Edgar Bastidas Urresty, hace la siguiente crónica respecto de la obra “Chambú”:

 

“Chambú”, voz caribe que significa roca, es una novela telúrica, como “La vorágine”, que narra la epopeya de la integración de la sierra (Pasto) al mar Pacífico (Tumaco), mediante la construcción de una carretera. Los primeros capítulos describen las características y el drama de esa epopeya.

 

El décimo titulado El sentido de la tierra se ocupa de Pasto, desde la fundación española, su paso por la Conquista, la Colonia y la República.

 

Habla del mestizaje, de la herencia, del aporte indígena, de la conformación de un tipo humano “bondadoso, leal, apegado a la tierra y a la tradición, valeroso para la guerra, abnegado para la vida, y heroico para el sacrificio”.

 

Describe la ciudad colonial, sus casas, sus calles y su tránsito a la ciudad republicana. Se refiere a las costumbres sociales en “esa línea peligrosa que marca el equilibrio del puritanismo y del snob desenfrenado. El alma fluctuando entre el quietismo y la inquietud”.

 

Hace el registro de las primeras invasiones de tierras ocurridas en los alrededores de Pasto, por parte de los colonos de Miraflores. El movimiento indígena está dirigido a reconquistar las tierras (latifundios) cuya propiedad debe ser de “quien la cultiva y de nadie más”.

 

Novela y paisaje

Hablar de Chambú, equivale a hablar de una novela de expresión americana, por el contexto geográfico y humano en que trascurre.

 

La novela parece ser el trasunto de una autobiografía, de una experiencia vivida por el autor. Describe un mundo en el que Ernesto Santacoloma, personaje central de la obra, pone en juego su destino en la búsqueda de nuevos horizontes. Emprende así un viaje formidable por las características de que está revestido, que ha de conducirlo, como en “La Vorágine”, de José Eustacio Rivera, al encuentro y descubrimiento del obsesionante pero temible mundo del trópico, ese “avasallador dominio de la naturaleza, del paisaje, de los espacios inmensos”.

 

El paisaje como perspectiva poética y creadora constituye uno de los rasgos más determinantes de la obra. En cuanto hace posible, la visión íntima, descubierta como un subfondo, de “las realidades de su tierra, de su corazón y su destino”.

 

La contemplación del mar, por ejemplo, desde el puerto (Tumaco) cuya conquista marca una de las etapas más significativas de la travesía emprendida desde su lejana Pasto, da pie para hacer profundas meditaciones acerca del sentido de la vida:

 

“Algunas embarcaciones volvían. Al mirarlas, a Ernesto le pareció que su corazón era como un puerto también, entre el oleaje de la sangre y de los sueños. Un barco que llegaba, otro barco que partía. Así debía ser quizás vivir en plenitud: abrir el corazón al universo, y dar y recibir algo cada día…Pero él pensó que todo lo había dado; y en las orillas de su anhelo sólo sintió las amarguras del mar”.

 

El paisaje está también presente en la música “que es poesía eterna del paisaje de América”; y en la danza donde la figura de la muchacha que baila se confunde con el alma de América.

 

Hay un pasaje que conjuga la música, el paisaje, el fuego y la danza: 

 

"El cuerpo de Gabriela seguía entonces al ritmo de las llamas en el ondear de todas las formas de vida. Parecía que la música naciera de ella y que el paisaje de la raza se meciera en su cuerpo. Luego fue sólo llama… Porque la danza es eso: interpretar la vida a través de la música, y crearla a veces. Ser imagen de toda melodía. Realizar la escultura de la música, y darle al movimiento ritmo de arpegio y lineamiento plástico. Por eso sabe ser creación; y bien puede caber el universo en la curva melódica de las manos que danzan”.

 

La selva se presenta aquí como uno de los aspectos más subyugantes del trópico. Su avasalladora presencia va a ejercer una influencia ciega y fatídica en la vida de los seres y cosas del entorno.

 

Chambú reivindica a los pueblos de Latinoamérica a partir del valor de la raza y de la sangre.

 

El final de la novela es dramático y conmovedor. Se ha llegado a la culminación de un proceso vital. Sobreviene para el protagonista una etapa que se debate entre “el ser y el no ser”. El sentido de la vida alcanza alturas metafísicas. Y se plantea la interrogación existencialista: vale la pena seguir viviendo, o se impone el suicidio.

 

Ernesto cavila y medita. Afronta el conflicto entre la duda torturante que desgarra su espíritu y el encuentro de una última y quizás definitiva esperanza salvadora.

 

Lo salva la fe. En la vida y en el amor. Lo salva la roca Chambú, frente a la cual se vislumbra el abismo negro y profundo de la muerte. Lo ha salvado la voz secreta pero inteligible de Chambú, la roca que es símbolo de lucha, esperanza y guía por los caminos de América.

 

Chambú estuvo a punto de ser adaptada al cine en los años setentas pero el proyecto fracasó porque la empresa cinematográfica ofrecía una suma exigua por los derechos de autor.

 

Conocí a Guillermo Edmundo Chaves en los años setentas, con ocasión de la entrega que le hice de mi artículo Chambú, una expresión americana, que él recibió complacido y agradecido.

 

Debía tener un poco más de sesenta años, vestía elegantemente, usaba sombrero y saludaba con una venia.

 

Le había vendido los derechos de autor de Chambú a la editorial Bedout de Medellín que hizo varias ediciones.

 

En una de las visitas que le hice a su casa me contó que el profesor mexicano Joseph F. Vélez que enseñaba en la Universidad de Baylor, Texas, había escrito cinco ensayos sobre Chambú. Me puse en contacto con él, me envió los ensayos que se publicaron en el libro Cinco ensayos sobre Chambú, como homenaje al autor de la novela, a cuya presentación asistió en 1984 a pesar de su delicado estado de salud, año en que moriría.

 


Chambú hecha canción

Dentro de la amplia gama musical pastusa, se encuentra la composición musical Chambú, del maestro Luis Enrique Nieto, a la cual Guillermo Edmundo Chaves García le escribe una letra hermosísima, que compartimos a continuación:

 

Chambú

Bambuco

 

Es chambú de mi vida, gigante roca,

que en sus picachos se recuestan las estrellas,

más de entre rocas sales, molinerita,

la más bonita desprendida del peñón.

 

Soy el minero mejor de Ambiyaco y Guelmambí,

molinerita querida todo el oro es para ti,

tierra, tierra del sol, chambú, tierra paisaje azul, chambú,

tierra bella región que sueña en ti mujer.

 

Soy el minero mejor de Ambiyaco y Guelmambí,

molinerita querida todo el oro es para ti,

tierra, tierra del sol, chambú, tierra paisaje azul, chambú,

tierra, tierra morena donde vive el nariñense

tierra, tierra morena donde vive el nariñense.

 

Estas son algunas muestras interpretativas de Chambú:



Chambú, llevada al cine

Ficha técnica de la película:

Dirección:  Alejandro Kerk

Producción:  Enrique Gutiérrez y Simón

Guion:  Enrique Gutiérrez y Simón y Eduardo Botello 

Basada en:  "Chambú" (novela de Guillermo Edmundo Chaves García)

Música:  Luis Eduardo Nieto

Fotografía:  Eduardo Botello


Reparto:

Protagonistas:

Arturo Urrea

Lyda Zamoraː actriz famosa en los años 70 en Colombia, a quien se llamaría "La Luminosa"

Yamile Humarː quien se convertiría en una reconocida actriz de TV, hermana del actor Alí Humar

Hernando González

Héctor Correa Leal

Guillermo Zamora

Bertha Matyasevich

Jaime Antonio Zarama Otero (de profesión Médico Radiólogo y Gastronterólogo y muy apasionado del teatro y las artes)

Rosa de Plata

Hernando Rosero

Luis Eduardo Nieto

Diego Velasco

María Inés Restrepo

Enrique Gutiérrez y Simón.

Con la participación de:

Myriam Chaves Solís

Alfonso Rebolledo Muñoz

Servio Tulio Caicedo

Javier Delgado Ruiz

Armando Guerrero

Vicente Apraez

Carlos Bravo

Winston Nichols

Sonia Álvarez

Esperanza Jurado

Esperanza Villamizar.


Datos y cifras:

País:  Colombia

Año:  1962

Género:  Drama

Duración:  110 minutos

Idioma:  Español

Productora:  Colombia National Film

Chambú es una película colombiana del año 1962, basada en la novela “Chambú” de Guillermo Edmundo Chaves García. En formato de 35 mm y en blanco y negro, con una duración de 110 minutos.

Sinopsis:

 

Toda la acción se desarrolla en el departamento colombiano de Nariño. En su capital Pasto, en la cordillera de los Andes, la Laguna de La Cocha, el puerto de Tumaco y la selva virgen.

 

Es la historia de Ernesto (Arturo Urrea), un abogado idealista, educado en los prejuicios raciales y sociales propios de la época, sin fortuna ni éxito en los negocios y con gran sensibilidad social. Ésta que le acarrea disgustos con los ingenieros que dirigen la construcción del ferrocarril de Pasto a Tumaco, peleas con peligro de muerte, e incluso el despido de su puesto de inspector de la compañía por sus continuos reclamos de mejora para los trabajadores, que sufren continuas muertes, malas condiciones de seguridad y bajos sueldos. Esto lo hace llegar a una pelea en un bar con varios ingenieros, especialmente Reinaldo (Enrique Gutiérrez y Simón), de donde sale vivo por la providencial intervención de “La Molinera” (Lyda Zamora), pero han de huir ambos inmediatamente.

 

Su hermano Luis (Jaime Zarama Otero) es ingeniero y trabaja en la construcción de la carretera de los Andes, que pasa por el paraje de Chambú, donde mueren varios trabajadores y especialmente Manolito (Hernando González), pretendiente de “La Molinera”, que en una de las escenas baila el bambuco “Chambú”, y que posteriormente se uniría como pareja casi matrimonial con Luis, quien después trabajará en la construcción del ferrocarril. Ernesto parece que puede enderezar su vida económica, cuando conoce a Ezequiel (Héctor Correa Leal), un minero de oro, que lo invita a su casa y a participar en la búsqueda de oro en el río. Pero la mujer del minero, una exuberante negra que despide erotismo, lo seduce cuando su marido está de viaje, con el consiguiente desenlace dramático de la situación que no llega a producir la muerte de nadie, pero que está a punto de hacerlo.

 

La película, siguiendo la novela original, se basa en los paisajes de esa zona de los Andes y del mar Pacífico con un ambiente de conflicto entre las tradiciones españolas de antaño y los aires de modernidad que provenían de los Estados Unidos y Europa. Por lo que se suscitan conflictos raciales, sociales y económicos, con algún asesinato que es achacado a Ernesto, y no pocas situaciones de violencia física y contra los elementos o la salud, que diezma a la población de la región. Este escenario afecta a la madre y a Gabriela (Yamile Humar), la mujer que pretende Ernesto, pero con la oposición absoluta de su padre, un rico hacendado que no simpatiza nada con Ernesto, quien procede de familia con ciertas pretensiones hidalgas y amiga de la familia de Gabriela; pero, la realidad es que no tiene dinero y todos los negocios que emprende, fracasan, pues quizá es más literato que comerciante.

El rodaje

La película nació cuando Enrique Gutiérrez y Simón, director técnico de la Productora Cinematográfica Colombia National Films, de Medellín, en Colombia, leyó la novela homónima de Guillermo Edmundo Chaves García. La novela estaba escrita con tal vitalidad y agilidad narrativa que él entendió que allí había una película, con el guión prácticamente hecho. Por lo tanto, les propuso a sus socios en la productora, Felisa Ochoa y Alejandro Kerk, comprar los derechos cinematográficos a su autor y realizar la película.

 

El autor de la novela pareciera que hubiera participado realmente en la construcción del ferrocarril Pasto-Tumaco, que es donde se desarrolla la acción. Por lo que la novela es en cierto modo autobiográfica, pero añadiéndole imaginación y escenas inventadas, con una agilidad en el lenguaje, un manejo de los caracteres humanos, la psicología de la gente de Nariño y una pasión tal, que la hacen realmente excepcional.

 

En Pasto se negociaron los derechos con el autor y además se le contrató como asesor durante el rodaje. Enrique Gutiérrez, como productor ejecutivo, se quedó en Pasto durante tres meses, buscando locaciones y posibles personas interesadas en participar en el rodaje, la colaboración del Ejército colombiano y otras instituciones. El director de la película Alejandro Kerk, en Bogotá, contrató al director de fotografía, el español Eduardo Botello, al primer actor, Arturo Urrea y a las actrices Lyda Zamora y Yamile Humar.

 

Hernando González, joven actor y ayudante de cámara en otras películas de la empresa, que con el tiempo sería uno de los mejores directores de fotografía de Colombia, participó también en Chambú como actor y asistente de cámara. El productor ejecutivo Enrique Gutiérrez, actuó en una escena, como ingeniero, enemigo del protagonista: Ernesto Santacoloma, realizando una de las escenas de acción, donde el protagonista sale herido, por uno de los del grupo de su oponente.

 

Se filmó la película íntegramente en el departamento de Nariño. Varias locaciones de la película son de Pasto, como el Club Colombia de Pasto, ubicado en la Plaza de Nariño del centro histórico de esta ciudad; en la carretera Panamericana, en ese momento en construcción. Además, se tuvo como locación a la Laguna de la Cocha, Tumaco y diversos lugares del departamento.

 

En esos principios de la década de 1960, había que revelar la película en Bogotá, por lo que se enviaba para su revelado y copión, que se devolvía a Pasto para visionarla y determinar si había escenas que repetir.

 

Una vez terminado el rodaje, los negativos originales se los llevó Alejandro Kerk a Madrid, España, a los laboratorios Madrid Film, donde se editó la película completa y se le añadieron los diálogos y la música —esta última que se había llevado grabada de Colombia, como el bambuco Chambú, que aparece en una escena bailado por Lyda Zamora y otras personas del lugar—.

 

 

Alejandro Kerk se llevó también el negativo de la otra película realizada por la misma productora, “San Andrés, Isla de Ensueño”, ésta filmada en Kodacolor y sin revelar. Completó las dos películas e incluso realizó varias versiones en otros idiomas, como el alemán, su idioma nativo, de manera que las comercializó en Europa en varias distribuidoras, pero nunca volvió a Colombia ni envió las películas, por lo que Chambú se perdió definitivamente.

Perdida y encontrada

Años después, Hernando González, y Enrique Gutiérrez fueron al laboratorio Madrid Films, en Madrid, con la intención de buscar los negativos o alguna copia de ambas películas; pero, no tuvieron éxito, ya que allí les informaron que, pasado cierto tiempo, si los dueños de las películas no reclamaban el material, era destruido, por la imposibilidad de almacenar tanto como les llegaba diariamente.

 

En el año 2012, una persona en Bogotá entregó en Patrimonio Fílmico unos rollos de película con diversos nombres y al visionar algunas escenas, se vio en la claqueta que algunos rollos correspondían a Chambú. Probablemente de los copiones originales que se hicieron durante el rodaje.

 

En el momento de escribir este artículo, agosto de 2013, se está estudiando la posibilidad de digitalizar ese material y editarlo, intentando posteriormente reconstruir la película, basándose en la novela original, ya que el guion se considera desaparecido definitivamente.

Galería fotográfica de la película:















La imágenes correspondientes a la película Chambú, son tomadas de  https://commons.wikimedia.org/wiki


Documental película Chambú:


Valoración Literaria

"En sus obras se escucha el vaivén de los trigales maduros, se siente el cabeceo de los árboles majestuosos y vive la música parlanchina de las fuentes."

Carlos Albornoz Rosas

"Chaves ha sido colocado por Chambú a la altura de Tomás Carrasquilla, José Eustasio Rivera y Jorge Isaacs."

José Núñez Segura

"Chambú será por muchas décadas el espejo de la raza."

Alberto Quijano Guerrero

"Esta obra de Chaves –Chambú– es una de las cuatro mejores novelas de la literatura colombiana."

Juan Lozano y Lozano

La poesía de Chaves se distingue por el clima de su emoción, por su lenguaje traspasado de luz, por la limpieza de sus imágenes y su sentido profundo de la naturaleza.

Eduardo Carranza



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